¿Y si el problema no fuera la falta de talento, sino cómo lo combinamos?
En este tercer artículo de la serie Value Drivers, te contamos cómo trabajamos con equipos reales para convertir la diversidad de estilos, valores y motivaciones en una ventaja estratégica. Porque un equipo no se construye con piezas iguales, sino con perfiles que se complementan.
Descubrí cómo armar equipos que funcionen mejor porque se entienden mejor:
"Equipos efectivos: la fuerza de lo complementario"
Los equipos que funcionan bien no son los que piensan igual. Son los que entienden y valoran sus diferencias.
Creemos que la complementariedad es una necesidad estratégica. Por eso aplicamos nuestra herramienta para mapear los estilos de pensamiento, estructuras de valores y anclas de carrera de los miembros de un equipo. El resultado: un mapa de fortalezas y motivaciones que permite gestionar la diversidad con sentido.
¿Para qué sirve esto? Para detectar superposiciones, brechas, potenciales conflictos y, sobre todo, oportunidades de sinergia. Equipos que antes trabajaban en silos, comienzan a comprender cómo capitalizar sus diferencias. Líderes que solían asignar tareas por intuición, empiezan a hacerlo con criterio de valor agregado.
Este enfoque es especialmente potente en contextos de alta exigencia, donde el tiempo y la coordinación son claves. Conocer el perfil de cada miembro permite armar células de trabajo más eficientes, donde cada quien asume el rol en el que naturalmente puede rendir más y disfrutar lo que hace. Esto no solo mejora el resultado: mejora la experiencia del equipo.
Ejemplo real: Un equipo de gestión con fricciones constantes redescubrió su dinámica al ver que uno de sus miembros, con orientación a resultados y pensamiento práctico, chocaba con otro más teórico y reflexivo. En lugar de "corregirlos", se redefinieron los roles: uno diseñaba, el otro ejecutaba. Y todo fluyó. Donde antes había tensión, surgió cooperación.
Un equipo efectivo no es el que se adapta, sino el que se alinea. Y para alinear, primero hay que conocer. Porque solo desde la comprensión profunda de cada persona, se puede construir un todo más grande que la suma de sus partes.