Next Generation

Next Generation EU se pone en marcha

Los fondos que han batido récords presupuestarios en la historia de la Unión Europea se han empezado a repartir en España a tres meses de finalizar el año

Omar Garzesi, Socio de Ayudas e Incentivos
19/10/2021
Next Generation
La cuenta atrás ha comenzado.

Hace algo más de un año, el 21 de julio de 2020, al final de cinco días de complejas negociaciones, el Consejo Europeo adoptó el acuerdo sobre el Next Generation UE, el más importante y ambicioso de los programas de ayuda, creado para abordar la emergencia económica posterior al Covid-19, que, juntamente con el marco financiero plurianual para el 2021-2027, bate récords presupuestarios en la historia de la EU.


Con esa histórica decisión, la Unión Europea estuvo a la altura del desafío de una dramática situación, imprevista e impredecible, como aquella provocada por la pandemia en las economías y sociedades, a pesar de las divisiones que surgieron en la negociación sobre algunos elementos de este programa.

Lo que hace tan histórico a este nuevo programa, son cuatros aspectos en particular:

  • El tamaño de los recursos que se movilizarán, que ascienden a 750.000 millones de euros, a precios del año 2018.
  • La opción de recurrir tanto a subvenciones como a préstamos, en condiciones preferenciales.
  • La forma en la que se financiarán las intervenciones, mediante instrumentos de deuda comunes, emitidos por la Comisión y garantizados por el presupuesto de la UE.
  • El reconocimiento explícito del criterio de solidaridad, base de los criterios de reparto y distribución de las ayudas, que favorece a los países más afectados por la pandemia, con España entre los que están a la cabeza, y que, además se habían alejado de la convergencia económica europea desde la crisis financiera del 2008, arrastrando problemas estructurales por resolver.

Todas las iniciativas están alineadas y vinculadas al presupuesto de la EU y al marco financiero plurianual, garantizando así la coherencia de los nuevos instrumentos comunes con los ya existentes.

También de forma consensuada por todos los estados miembros, se acordó recientemente, el aumento del “techo” de los recursos de la UE que se utilizarán para garantizar los bonos emitidos por la Comisión. Gracias a ello, se realizaron las primeras emisiones de valores necesarios para conseguir recursos en los mercados para financiar el programa Next Generation EU.

El objetivo del programa es, por tanto, estimular una recuperación sostenible tanto desde el punto de vista económico, como ambiental y social. Se van a movilizar enormes recursos que alcanzan el 37% de los fondos, para favorecer la transición energética y la lucha contra el cambio climático, y el 20% para fomentar la digitalización, entre otras iniciativas. Y los primeros desembolsos de fondos del Next Generation EU ya se han hecho realidad.

Entonces, ¿todo está yendo como previsto en la consecución de los pasos que se debían dar para aprovechar estas ayudas? Por ahora sí, pero con algunas notas de precaución necesarias.

Lo cierto es que se está procediendo según lo esperado, pero con cierto retraso. España ya ha recibido los primeros 9 mil millones de euros, tras la evaluación de los planes nacionales de recuperación y resiliencia que los gobiernos presentaron a la Comisión Europea, y que representan el 13% de las trasferencias previstas para nuestro país.

Muy bien, hemos conseguido ser uno de los países que más fondos van a recibir de toda la Unión, mérito que no podemos dejar de reconocer y elogiar, y disponemos ya de parte del dinero, ahora hay que demostrar que tenemos la capacidad de ejecutarlos mediante inversiones y reformas en un plazo reducido de tiempo. Y tenemos que demostrarlo porque España no tiene un buen historial en lo que a ejecución de fondos europeos se refiere.

Según datos de la Comisión Europea, España es el estado más atrasado de la UE en la gestión de los fondos de cohesión del último presupuesto comunitario para el periodo 2014-2020. Se ha ejecutado un 43%, el porcentaje más bajo de la Unión.

Es lógico pensar, con cierta prudencia, que el reto está entonces en poder ejecutar a tiempo una ingente cantidad de recursos en un tiempo limitado. Para dar un ejemplo, en España se han presupuestado para este año más de 24 mil millones de euros de los fondos Next Generation, de los que se ha ejecutado aproximadamente el 18%, y quedan tres meses para que termine el año.

Desde que se anunció, el Plan de Recuperación y Resiliencia, ha despertado muchísimo entusiasmo, precisamente por su alcance y su poder innovador, pero también no pocas reservas en otros países de la UE, y es que, debido al tamaño de recursos asignados a nuestro país, es precisamente su capacidad (seguramente la de Italia también, al ser el mayor beneficiario) para gestionar y ejecutar ese Plan lo que medirá el éxito o el fracaso del Next Generation. El Plan deberá implementarse a tiempo y según las condiciones que el gobierno haya acordado con las instituciones europeas.

De hecho, muchos de los países llamados “frugales” (Países Bajos, Austria, Suecia, Dinamarca  y Finlandia) temen una “enquistación” del modelo del Next Generation, por los países más beneficiados con estos fondos, y especialmente el uso de títulos de deuda común emitidos por la Comisión y garantizados por la UE, que ven como la financiación mancomunada de medidas de estabilización se podría convertir en una posibilidad de mantener de forma permanente la financiación de países menos presupuestariamente disciplinados. No han sido pocas las ocasiones en las que no han dejado de reiterar el carácter “puntual” y no replicable del modelo Next Generation, y su oposición a la idea de un mayor de reparto de riesgos en el seno de la Unión.

Con seguridad el Next Generation es un hito histórico para Europa, por muchos motivos, algunos de los cuales se han comentado en este artículo, y, como todo lo que acaba de iniciar, debe progresar en su camino, superar las dificultades que vayan surgiendo y, tras una breve andadura, se pueden evaluar los progresos alcanzados. Sería muy prematuro en este momento, plantear posibles reformas de cierto calado del presupuesto comunitario. Todos los países beneficiarios de los fondos, y sobre todo España, deben concentrarse en implementar de forma efectiva los planes previstos, evitando que la premura en ejecutar los fondos se convierta en un fin en sí mismo. Creo que esta es la manera con la que se asegurará el éxito del Next Generation EU. Tras haber comprobado en qué medida el programa ayuda a la recuperación, modernización, competitividad y sostenibilidad de los países miembros, quizás sea posible abordar un nuevo uso futuro del modelo Next Generation.