Hoy, día 5 de mayo, es el día internacional de la Matrona, y no quiero dejar pasar esta fecha sin reconocer el trabajo de los profesionales que se dedican en cuerpo y alma a la mejora de la salud de la mujer y del neonato.
Las matronas, con formación especializada en salud sexoafectiva y reproductiva, desempeñan un papel crucial en la atención a lo largo de la vida de la mujer, no solo en la etapa reproductiva sino también en la menopausia.
Aunque la población de mujeres fértiles está disminuyendo año a año por el envejecimiento de la población, la importancia de las matronas no ha disminuido ya que la complejidad de los embarazos y los partos se ha incrementado de manera notable al aumentar paulatinamente la edad media de maternidad, en estos momentos próxima a los 33 años. A esto hay que sumar que un 25% de los partos son realizados por cesárea, lo que nos sitúa 10 p.p. por encima de la recomendación de la EAPN; el papel de la matrona es clave para poder disminuir significativamente este porcentaje. Estas problemáticas se están abordando en otros países occidentales promoviendo el parto normal bajo la modalidad one-to-one, una mujer-una matrona.
También es clave el papel de la matrona como factor diferencial en la prevención, detección temprana y tratamiento de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). En España se ha producido un incremento sustancial en el diagnóstico de ITS, con un alza del 157% en mujeres, entre los años 2016-2019, siendo la Chlamydia trachomatis la ITS que muestra mayor incidencia. Una mayor presencia de matronas en este tratamiento, mejoraría significativamente estos datos.
La participación de estos profesionales en los procesos asistenciales depende en gran medida de la disponibilidad de los mismos. En España había 6,1 matronas cada 10.000 mujeres entre 14-65 años en el 2020, lo que nos sitúa muy por debajo de la media europea, que se sitúa en 9,1. Con dichos datos, España es uno de los 5 países europeos a la cola de esta clasificación. Así, se estima que son necesarias más de 5.000 matronas para llegar hasta la media europea, siendo eso si la situación entre CCAA muy heterogénea.
Si a esto sumamos el alto porcentaje de profesionales que se aproxima a su jubilación en los próximos 10 años, se hace necesario que desde los poderes públicos se diseñen estrategias para aumentar el número de matronas formadas y en formación. En caso contrario, la carencia se acentuará y aumentará de un modo muy relevante el riesgo de que la calidad de atención y los resultados en salud de la mujer y del neonato se vean perjudicados.
En definitiva, promover el desarrollo profesional de las matronas y su disponibilidad es invertir en el crecimiento de la población española y en proporcionar soluciones estructurales y de coste efectivas para las problemáticas de los servicios de salud en el ámbito sexoafectivo y reproductivo. En términos globales se trata de una inversión pública mucho menor que la actual, en el medio plazo, pero con un gran impacto en la salud y el bienestar de la población femenina.